miércoles, 6 de junio de 2018

¿Decidir ser madre soltera es un acto de valentía?

OPINIÓN


Al comenzar a escribir es imposible no pensar en mi mamá que siempre ha afirmado que “uno sus cosas no las cuenta y menos en las redes sociales, jumm”.
Y es verdad, todo lo que pasa de la sonrisa, de los ojos, de la mano extendida hacia adentro, no se dice, pero si algo he ido aprendiendo de la vida es que al contar parte de tu historia seguro te conviertes en la compañía de algún alma  que se sienta solitaria.

Hoy quiero, como siempre, compartir parte de una de las decisiones más sustanciales de mi vida: la de construirme como una madre soltera. Es claro que para llegar a esta determinación tuve que estar lista; con esto me refiero más que a lo físico, a lo espiritual porque para llegar a tener hoy a mi “pedacito de alma” a mi costado izquierdo mientras hago letra estos pensamientos, tuve que atravesar muchos valles de soledad, aprovechar las noches de insomnio para llegar a la conclusión más coherente con mi personalidad: buscar un donante y criar a mi fruto sola, corrijo, junto a mis padres, hermanas y sobrinos.

Así lo hice, en medio de una taza de café le propuse a un hombre que consideré apto para ser el donante que si quería brindarme “su semilla”, sin ningún tipo de relación afectiva porque venía de terminar una relación y reiterando que mi interés era el de ser madre soltera. Esa persona aceptó y debo traer al relato un lugar común: Cuando las cosas van a pasar, pasan.

No es necesario entrar en la minucia de la concepción de Naíma. Lo que sí puedo afirmar es que ella fue concebida en el ambiente indicado, en una atmósfera de respeto, de cariño, de solidaridad con algo de complicidad. Siempre he imaginado que en esta etapa de la procreación, mi Bubu se sentó en el panteón de los ancestros junto a las y los dioses de la fecundidad; estoy segura que juntos crearon el escenario perfecto para su llegada a mi cuerpo.

El embarazo transcurrió normalmente, rodeada de amor, de mimos, cuidados y acompañada por el hombre donó su semilla, quien cercano al parto decidió libremente (por lo menos de mi parte) volver a la propuesta inicial de no tener ningún vínculo, ya que había manifestado estar en la vida de la bebé.

Las decisiones van y vienen, nos afecten o no, lo más sano es aprender a aceptarlas porque en ese proceso estamos soltando, dejando ir, fluyendo y admitiendo la misión específica que quienes conocemos tienen en nuestra historia de vida.
A él, siempre mi respeto, profundo y sincero agradecimiento porque como siempre se lo dije: “gracias a tu aporte yo tengo a mi hija que es lo más grande que la vida me ha dado”. Ella es y será siempre mi mejor obra, mi mejor legado.


“Valiente”


 “Oiga usted es una valiente, es una verraca por tener a su hija sola”, me han repetido en varias oportunidades. Al principio pensé que efectivamente lo era como han sido más mujeres de las que uno tiene registro; luego entendí que más que un acto de valentía, haber tomado esa determinación es un acto de autonomía. Para que Naíma llegara a este mundo a través de mi cuerpo, tuve que aprender a tenerme fe, a confiar en mis capacidades físicas y espirituales porque de las intelectuales, digamos que estaba clara; tuve que aprender a amarme y entender que soy capaz de lograr todo lo que me proponga (¿sintieron el aroma a frase de cajón cierto?) y así lo he venido haciendo.

Ser madre soltera ni me quita ni me pone, me ubica en mi momento.

Ser madre soltera no me hace más o menos valiente, todas las mamás lo somos.

Ser madre soltera no me ha quitado las ganas de encontrar un buen amor.

Lo cierto es que ser madre soltera sí me ha permitido construir nuevos conceptos desde mis o nuestras experiencias. He descubierto nuevas sensibilidades y lo que más me gusta es que además de desarrollar superpoderes, estoy más consciente de mi rol, mi ser, mi estar como mujer, como mujer negra.

En suma, claro que soy valiente, pero más que valiente, soy valiosa para este mundo que te castra si lo permites; para esta vida que a pesar de lo hostil si estas “aguzao” la puedes bailar a tu ritmo, cocinarla como quieras y vivirla, realmente, como tu decidas.

Ayda Luisa Córdoba Mosquera
ANN




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