Al comenzar a escribir es imposible
no pensar en mi mamá que siempre ha afirmado que “uno sus cosas no las cuenta y
menos en las redes sociales, jumm”.
Y es verdad, todo lo que
pasa de la sonrisa, de los ojos, de la mano extendida hacia adentro, no se
dice, pero si algo he ido aprendiendo de la vida es que al contar parte de tu
historia seguro te conviertes en la compañía de algún alma que se sienta solitaria.
Hoy quiero, como siempre,
compartir parte de una de las decisiones más sustanciales de mi vida: la de
construirme como una madre soltera. Es claro que para llegar a esta determinación
tuve que estar lista; con esto me refiero más que a lo físico, a lo espiritual
porque para llegar a tener hoy a mi “pedacito de alma” a mi costado izquierdo
mientras hago letra estos pensamientos, tuve que atravesar muchos valles de
soledad, aprovechar las noches de insomnio para llegar a la conclusión más
coherente con mi personalidad: buscar un donante y criar a mi fruto sola,
corrijo, junto a mis padres, hermanas y sobrinos.
Así lo hice, en medio de una
taza de café le propuse a un hombre que consideré apto para ser el donante que
si quería brindarme “su semilla”, sin ningún tipo de relación afectiva porque
venía de terminar una relación y reiterando que mi interés era el de ser madre
soltera. Esa persona aceptó y debo traer al relato un lugar común: Cuando las
cosas van a pasar, pasan.
No es necesario entrar en la
minucia de la concepción de Naíma. Lo que sí puedo afirmar es que ella fue
concebida en el ambiente indicado, en una atmósfera de respeto, de cariño, de
solidaridad con algo de complicidad. Siempre he imaginado que en esta etapa de
la procreación, mi Bubu se sentó en el panteón de los ancestros junto a las y
los dioses de la fecundidad; estoy segura que juntos crearon el escenario
perfecto para su llegada a mi cuerpo.
El embarazo transcurrió
normalmente, rodeada de amor, de mimos, cuidados y acompañada por el hombre
donó su semilla, quien cercano al parto decidió libremente (por lo menos de mi
parte) volver a la propuesta inicial de no tener ningún vínculo, ya que había
manifestado estar en la vida de la bebé.
Las decisiones van y vienen,
nos afecten o no, lo más sano es aprender a aceptarlas porque en ese proceso
estamos soltando, dejando ir, fluyendo y admitiendo la misión específica que
quienes conocemos tienen en nuestra historia de vida.
A él, siempre mi respeto,
profundo y sincero agradecimiento porque como siempre se lo dije: “gracias a tu
aporte yo tengo a mi hija que es lo más grande que la vida me ha dado”. Ella es
y será siempre mi mejor obra, mi mejor legado.
“Valiente”
“Oiga usted es una valiente, es una verraca por
tener a su hija sola”, me han repetido en varias oportunidades. Al principio
pensé que efectivamente lo era como han sido más mujeres de las que uno tiene
registro; luego entendí que más que un acto de valentía, haber tomado esa
determinación es un acto de autonomía. Para que Naíma llegara a este mundo a
través de mi cuerpo, tuve que aprender a tenerme fe, a confiar en mis
capacidades físicas y espirituales porque de las intelectuales, digamos que
estaba clara; tuve que aprender a amarme y entender que soy capaz de lograr
todo lo que me proponga (¿sintieron el aroma a frase de cajón cierto?) y así lo
he venido haciendo.
Ser madre soltera ni me
quita ni me pone, me ubica en mi momento.
Ser madre soltera no me hace
más o menos valiente, todas las mamás lo somos.
Ser madre soltera no me ha
quitado las ganas de encontrar un buen amor.
Lo cierto es que ser madre
soltera sí me ha permitido construir nuevos conceptos desde mis o nuestras
experiencias. He descubierto nuevas sensibilidades y lo que más me gusta es que
además de desarrollar superpoderes, estoy más consciente de mi rol, mi ser, mi
estar como mujer, como mujer negra.
En suma, claro que soy
valiente, pero más que valiente, soy valiosa para este mundo que te castra si
lo permites; para esta vida que a pesar de lo hostil si estas “aguzao” la
puedes bailar a tu ritmo, cocinarla como quieras y vivirla, realmente, como tu
decidas.
Ayda Luisa Córdoba Mosquera
ANN
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