Si las poblaciones en “subordinación”
rurales son atrasadas: ¿Por qué revalorizan sus prácticas en la actualidad? quizás
para algunos la percepción es que limitan al desarrollo, como lo planteo María
Fernanda Cabal en alguno de sus momentos de “lucidez”, en el que consideraba
que los territorios colectivos de comunidades negras e indígenas y las zonas de
reserva campesina eran un desastre y que
atrasaban el desarrollo del país, desconociendo que la mayor riqueza de la diversidad biológica se encuentra en estas
zonas, donde la “modernidad” y el dinero no son una prioridad. De ahí surge
otra pregunta: ¿Desarrollo para quién?, creo este es un interrogante que nos
hacemos aquellos que creemos que la acumulación de capital de los sectores más
privilegiados y que verdaderamente nos
lleva hacia atrás.
Intelectuales de la talla de
Libia Grueso, Arturo Escobar, Astrid
Ulloa, entre otros grandes pensadores colombianos, establecen que si queremos
salvar nuestros recursos naturales, abaratar los alimentos, promover la lucha
de clases y establecer nuevos modelos equitativos, debemos retornar a las
prácticas de los que algunos llaman “atrasados”.
No es gratuito que prácticas ancestrales rurales como el Buen Vivir o en
quechua Sumak Kawsay se conviertan en un modelo
que tome valor en nuestra sociedad, que determinen que la agroecología,
la vida en comunidad y armonía con la naturaleza, el cooperativismo y la
limitaciones en el consumo exacerbado de bienes materiales, tome un potente
nuevo aire que transgrede las visiones de los modelos económicos hegemónicos,
plagado de intelectuales orgánicos que defiende los intereses de las corporaciones,
los terratenientes y los grandes grupos económicos.
Planteaba el geógrafo
afrobrasilero Milton Santos, que la
geografía humana era una sub-rama de esta disciplina, la cual no solo se podía
estudiar la realidad desde la razón sino también de los sentimientos, que en síntesis,
quiere decir que va más allá de lo espacial y de las ciencias duras, sino de
las relaciones, el apego, la religión, la cultura, entre otros construcciones
sociales que se desprenden de la filosofía más pura de la vida, menos
materialista y más incorporadas a la defensa de la dignidad, no como proceso de
disputa, sino como algo cotidiano.
Sin duda palabra como
autonomía, territorio, ancestralidad, toman un nuevo valor en la cotidianidad y
cada vez se cuente con gente más interesada
en la construcción de un mundo mejor, ya es un gran logro como
sociedad, pero mejor no quiere decir que tengamos más
tecnología y entremos a ser una potencia, sino un mundo que democratice esa
tecnología, promueva cambios sustanciales en nuestros hábitos de vida, se
consideren que relaciones de poder menos asimétricas y mediadores sociales más
comprometidos.
Nuestros campesinos, indígenas y negros, le están
enseñando al mundo cual es el verdadero camino, en el que la naturaleza y la
gente no son mercancía, en el que debemos de garantizar un uso ideal de lo que
tenemos, promover el re-uso de productos, la utilización de menos químicos en
la industria agropecuaria, disminuir el
uso de energías fósiles, disminuir la extracción de minerales, promulgar más
con las visiones de estas poblaciones que
producen el 58% de los alimentos
que consumimos en Colombia y que hoy plantean otros hábitos de vida, sino
pueden preguntarle a los habitantes de los países nórdicos, que son modelo, porqué
ya realizan estas prácticas.
José Manuel Perea
Comunicador Social,
Candidato a Maestría
en Desarrollo Rural de la Universidad de Buenos Aires, Argentina
Agencia de Noticias
Niara
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