Barlovento.-
El próximo 8 de marzo se
conmemora en nuestra América el Día Internacional de la Mujer. La desmemoria ha
sido una estrategia de la historiografía oficial, sea del signo que sea. Muchas
fueron las mujeres africanas y sus descendientes que dinamizaron los procesos
históricos libertarios a lo largo de las islas y tierra firme. Hoy nos
corresponde escribir una breve reseña sobre el papel de las mujeres cimarronas
en nuestra región de Barlovento, Venezuela, y al mismo tiempo recordar el
asesinato, el año pasado, de tres mujeres en el sector de Cumbo y Las Delicias,
quienes, por ser anónimas, ni el Ministerio de la Mujer ni algunas
organizaciones de mujeres afrodescendientes expresaron un gesto de solidaridad
por estas liderezas cacaoteras anónimas. En enero fue asesinada la hermana de
la diputada Nora Delgado en Tapipa, sobre lo cual ya se hizo justicia y sobre
las otras se guarda silencio sepulcral.
El
papel de las esclavizadas
El incremento de la compra
de mujeres esclavizadas por parte de los blancos criollos y peninsulares, fue
visto como un gran beneficio económico por el carácter reproductivo de la
mujer, asignándoles dos papeles en el proceso de aumento de capital: a) como
herramienta de trabajo en las haciendas de cacao; y b) como herramienta de
reproducción de nuevos esclavizados. Ambos papeles estuvieron encuadrados en
una estrategia de productividad intensiva para beneficio de los hacendados. En
un censo del pueblo de Nuestra Señora de la Candelaria de Panaquire, en el año
1767, nos conseguimos que los hacendados casaban a sus esclavizados con
finalidad reproductiva, puesto que esta relación representaría una “nueva
hacienda”. Otro uso que se le dio a la mujer africana y afrodescendiente fue de
objeto sexual por el poder institucionalizado representado por curas, soldados,
propietarios y mayordomos. Ante ese cuadro deshumanizante, la esclavizada se hará cimarrona.
Cimarronaje
histórico femenino
El cimarronaje femenino
tenderá a la búsqueda de un lugar donde la mujer recobre su hermosura corporal
y espiritual descuartizada por el látigo,
el trabajo forzoso en las haciendas y la vejación sexual. Cimarronear
fue una actitud ética para recuperar su derecho a hacer el amor en libertad con
el hombre que anhelara, sueño que la represión y la legislación le impedía en
muchos casos, desdibujando así su fantasía sexual y sensual. La mujer esclavizada
se haría cimarrona con la esperanza de ser madre libre para educar a sus hijos
con sus propios valores y no con los que imponía la esclavitud.
Generalmente, cuando se
escribe sobre el cimarronaje en Venezuela, la participación de la mujer es relegada
a un segundo plano, como si se tratase de un ser “inerte” que acompaña al
hombre en sus correrías libertarias.
La mujer afrodescendiente
que se fugaba de la pesadilla de la esclavitud, lo hacía por convicción propia.
Sabía que esa fuga significaba la asunción de su libertad, corriendo los mismos
riesgos que el hombre, asumiendo las consecuencias que esta valiente decisión
le acarrearía en caso de que fuera capturada. Los castigos, maltratos,
vejaciones y expulsión del país serían graves consecuencias negativas. Pero las
consecuencias positivas estarían fundamentadas en la reivindicación de su
derecho a ser mujer.
Pese a la sombra del
castigo, el riesgo fue asumido. En el sacudimiento que el cimarronaje activo
provocó en Barlovento, más de cien cimarronas se lanzaron a la lucha por su
libertad en condiciones desventajosas y arriesgando sus propias vidas, aun
mediando la muerte de por medio, pero retaron al poder, conquistaron su
autonomía y el derecho a ser mujer. De Capaya a Caucagua, de Ocoyta a Taguaza,
de allí a Chuspa. De un lado a otro hasta incorporarse a los territorios
liberados o Cumbes.
Las
cimarronas de la esperanza
Un grupo de mujeres de
Barlovento, hoy están trabajando duramente, produciendo alimentos, productos de
limpieza, sin ningún tipo de colaboración de parte de los organismo del Estado.
Hasta la Misión A Toda vida Venezuela sigue sin dar respuesta concreta.
Corpomiranda decidió taparse
los ojos y no escuchar los gritos desesperados de estas extraordinarias
mujeres. El Ministerio de la Mujer, invitado el año pasado a un foro sobre los
Derechos Humanos de la mujer barloventeña sometida a presión permanente por la
presión social y el cuadro de inseguridad, también se hizo la vista gorda. En
Barlovento, el día de la mujer no hay que celebrar, hay que reflexionar con
seriedad y profundidad…ya basta de circo.
Jesús Chucho García
Agencia de Noticias Niara
Fotos: Cortesía
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