lunes, 6 de marzo de 2017

Las cimarronas olvidadas


Barlovento.-


El próximo 8 de marzo se conmemora en nuestra América el Día Internacional de la Mujer. La desmemoria ha sido una estrategia de la historiografía oficial, sea del signo que sea. Muchas fueron las mujeres africanas y sus descendientes que dinamizaron los procesos históricos libertarios a lo largo de las islas y tierra firme. Hoy nos corresponde escribir una breve reseña sobre el papel de las mujeres cimarronas en nuestra región de Barlovento, Venezuela, y al mismo tiempo recordar el asesinato, el año pasado, de tres mujeres en el sector de Cumbo y Las Delicias, quienes, por ser anónimas, ni el Ministerio de la Mujer ni algunas organizaciones de mujeres afrodescendientes expresaron un gesto de solidaridad por estas liderezas cacaoteras anónimas. En enero fue asesinada la hermana de la diputada Nora Delgado en Tapipa, sobre lo cual ya se hizo justicia y sobre las otras se guarda silencio sepulcral.

El papel de las esclavizadas

El incremento de la compra de mujeres esclavizadas por parte de los blancos criollos y peninsulares, fue visto como un gran beneficio económico por el carácter reproductivo de la mujer, asignándoles dos papeles en el proceso de aumento de capital: a) como herramienta de trabajo en las haciendas de cacao; y b) como herramienta de reproducción de nuevos esclavizados. Ambos papeles estuvieron encuadrados en una estrategia de productividad intensiva para beneficio de los hacendados. En un censo del pueblo de Nuestra Señora de la Candelaria de Panaquire, en el año 1767, nos conseguimos que los hacendados casaban a sus esclavizados con finalidad reproductiva, puesto que esta relación representaría una “nueva hacienda”. Otro uso que se le dio a la mujer africana y afrodescendiente fue de objeto sexual por el poder institucionalizado representado por curas, soldados, propietarios y mayordomos. Ante ese cuadro deshumanizante,  la esclavizada se hará cimarrona.

Cimarronaje histórico femenino

El cimarronaje femenino tenderá a la búsqueda de un lugar donde la mujer recobre su hermosura corporal y espiritual descuartizada por el látigo,  el trabajo forzoso en las haciendas y la vejación sexual. Cimarronear fue una actitud ética para recuperar su derecho a hacer el amor en libertad con el hombre que anhelara, sueño que la represión y la legislación le impedía en muchos casos, desdibujando así su fantasía sexual y sensual. La mujer esclavizada se haría cimarrona con la esperanza de ser madre libre para educar a sus hijos con sus propios valores y no con los que imponía la esclavitud.
Generalmente, cuando se escribe sobre el cimarronaje en Venezuela, la participación de la mujer es relegada a un segundo plano, como si se tratase de un ser “inerte” que acompaña al hombre en sus correrías libertarias.

La mujer afrodescendiente que se fugaba de la pesadilla de la esclavitud, lo hacía por convicción propia. Sabía que esa fuga significaba la asunción de su libertad, corriendo los mismos riesgos que el hombre, asumiendo las consecuencias que esta valiente decisión le acarrearía en caso de que fuera capturada. Los castigos, maltratos, vejaciones y expulsión del país serían graves consecuencias negativas. Pero las consecuencias positivas estarían fundamentadas en la reivindicación de su derecho a ser mujer.

Pese a la sombra del castigo, el riesgo fue asumido. En el sacudimiento que el cimarronaje activo provocó en Barlovento, más de cien cimarronas se lanzaron a la lucha por su libertad en condiciones desventajosas y arriesgando sus propias vidas, aun mediando la muerte de por medio, pero retaron al poder, conquistaron su autonomía y el derecho a ser mujer. De Capaya a Caucagua, de Ocoyta a Taguaza, de allí a Chuspa. De un lado a otro hasta incorporarse a los territorios liberados o Cumbes.

Las cimarronas de la esperanza

Un grupo de mujeres de Barlovento, hoy están trabajando duramente, produciendo alimentos, productos de limpieza, sin ningún tipo de colaboración de parte de los organismo del Estado. Hasta la Misión A Toda vida Venezuela sigue sin dar respuesta concreta.

Corpomiranda decidió taparse los ojos y no escuchar los gritos desesperados de estas extraordinarias mujeres. El Ministerio de la Mujer, invitado el año pasado a un foro sobre los Derechos Humanos de la mujer barloventeña sometida a presión permanente por la presión social y el cuadro de inseguridad, también se hizo la vista gorda. En Barlovento, el día de la mujer no hay que celebrar, hay que reflexionar con seriedad y profundidad…ya basta de circo. 

Jesús Chucho García


Agencia de Noticias Niara
Fotos: Cortesía

No hay comentarios:

Publicar un comentario