Cartago.-
Ante luchas y retos tan
grandes, pareciera que el evento que les voy a relatar pareciera minúsculo, aun
así, cualquier aporte al fortalecimiento de la consciencia, al respeto y a la
autonomía suma, mejor, multiplica, por las vidas que indirectamente se ven
tocadas.
No es mi costumbre hablar en
primera persona pero es inevitable. Cerca de la casa de mi madre en Cartago,
Valle del Cauca, funciona un expendio de frutas y verduras que visito con regularidad.
Una noche de esta semana, fui como de costumbre a comprar una fruta y el dueño
que también atiende, me recibió muy amablemente con un: “negra buenas noches en
qué te puedo servir”. La verdad sea dicha, sentí un impulso demoníaco por “ponerlo
en su puesto”. Reprimiendo al demonio que se posó sobre mi hombro izquierdo,
analizo ya que el espíritu de Martin Luther King Jr., se aposentó en mi hombro
derecho y me llevó a “no coger lucha” y esperar con cabeza fría para dar la batalla que me
llevara indudablemente al triunfo.
El asunto no dejó de rondar
por mi mente pues sabía que no hice lo que debía. Cerca del medio día
siguiente, volví al local a adquirir unas verduras y reconozco, sin el guante
con el que retaría a un duelo a esa persona. Al entrar, la escena se reprodujo
como en la imprenta de un periódico: “hola negra, en qué te puedo servir”. Esta
vez, la contundencia del espíritu de Malcolm X hizo presencia y le respondí con
la tranquilidad que me caracteriza, también con la firmeza propia de momentos
estratégicos como ese: “lo autorizo llamarme Ayda Luisa”.
El señor se quedó algo
sorprendido por mi respuesta y repitió en tres oportunidades mi nombre, con el
que acompañó el tradicional “con mucho gusto” al terminar la compra.
Como dije al principio, ante
situaciones como la que estamos atravesando los hijos de África en Estados
Unidos y hablo en plural porque todos padecemos las mismas problemáticas, solo
que con uniformes diferentes, sino que lo diga el hermano Carlos Angulo, el
hecho que les narré pareciera insulso incluso par alguien con mucho bagaje en
esta causa. Para mí representa la coherencia de unos ideales que con el pasar
de los años han ayudado a elevar mi consciencia, que me hace día a día una
mujer comprometida que construye desde su quehacer y que espera con ansias el
día en que haya la necesidad de tomar acciones
más contundentes, porque considero que el puño en alto es más que llevar
el cabello natural, es mantenerlo en arriba aunque por instantes estés de
rodilla ante los golpes del sistema.
Este suceso puede servir de
motivación para aquellos jóvenes, mujeres u hombres que se encuentren hastiados
por un vecino, un compañero de trabajo o cualquier otra persona que haya optado
por reemplazar su nombre por el negra / negro, con o sin buena intención.
En este proceso de lucha, se
está en constante aprendizaje. Nos enseña a resistir de formas tradicionales e
innovadoras pues aunque la raíz del problema es la misma, las manifestaciones
de racismo y discriminación han ido mutando siendo imperceptibles a los ojos de
muchos de nosotros. Por ello, la inteligencia con la que venimos equipados, se
fortalece con la inteligencia que nos da la calle, el roce cotidiano.
Debemos escoger las luchas y
las estrategias para afrontarla. En ocasiones debemos echar mano de la firmeza,
en otras, de una frase cargada de consciencia con la que cambiemos un chip. En algunas,
de acciones colectivas como la protesta de calle y otras, la fuerza para
defender los derechos, será la herramienta.
La discriminación y el
racismo son como un virus que muta, que se hace resistente a las vacunas; por eso
debemos estar siempre listos, incluso para realizar una tarea pedagógica dentro
y fuera de nuestras filas desde el día que dimos el paso al frente para
apuntarnos a esta lucha que hace parte nuestro proyecto de vida.
Ayda Luisa Córdoba Mosquera
Agencia de Noticias Niara
fotos: Nazion Consciente
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