Caracas.-
En 1986, fui
invitado a Bogotá, Colombia, para una discusión, bajo la coordinación del gran
Ekobio, Shango el gran Putas, Doctor Manuel Zapata Olivella con el apoyo del
padre de la historia de la diáspora Africana global en Estados Unidos, Doctor
Joseph Harris, excdirector del departamento de Estudios Afroamericanos de la
Universidad de Howard. Con toda sinceridad, fue mi primer acercamiento hacia la
problemática afrocolombiana. Extraordinarios líderes y lideresas en gestación
participaron en esa reunión titulada Situación
de los Estudios Afrosuramericanos.
En ese
encuentro pudimos escuchar la situación de los afrocolombianos en
los conflictos permanentes en sus territorios entre el Ejército nacional y las
guerrillas colombianas. Ya para esa época se sentía el desplazamiento de miles
de afrocolombianos de sus tierras ancestrales desde el Pacifico al Atlántico,
de Buenaventura al Valle. Fuimos testigos y solidarios con algunos de esos
líderes.
De la ley 70 al diálogo de paz
En 1993 se
aprueba la Ley de Comunidades Negras de Colombia expresando que “la presente
ley tiene por objeto, establecer mecanismos para la protección de la identidad
cultural y de los derechos de las Comunidades Negras de Colombia como grupo
étnico, y el fomento de su desarrollo económico y social, con el fin de
garantizar que estas comunidades obtengan condiciones reales de igualdad de
oportunidades frente al resto de la sociedad colombiana”. Sin embargo, esta ley
se hubiese convertido en letra muerta si las comunidades afrocolombianas no la
hubiesen hecho suya cotidianamente aun contando con los asesinatos de muchos líderes
y liderezas tanto por el Ejercito oficial colombiano, como por las fuerzas
paramilitares impulsadas por el sanguinario gobierno de Uribe Vélez y por
algunos frentes guerrilleros.
Casi un millón
de colombianos desde 1993 hasta el año pasado fueron desplazados de sus
tierras, según la organización Afrodes, que dirige Marino Córdoba. Al iniciarse
el proceso de paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias
Colombinas, Farc, no incluyeron en el juego a los afrocolombianos, como tampoco
a los indígenas. Eso no bastó para que nuestros hermanos y hermanas con sus
fuerzas ancestrales y en medio de diferencias y contradicciones internas,
lucharon en bloque para lograr su participación con decisión en esa larga
discusión.
El año pasado
pudimos participar en dos eventos convocados por la ex senadora
Piedad Córdoba, Conafro y Marcha Patriotica para abordar este asunto, así
como el cimarrón Diógenes Díaz participó en discusiones con el Proceso de
Comunidades Negras de Colombia, dirigida por el líder Carlos Rosero. En
Caracas, el año pasado, con líderes de América Latina y el Caribe, el actor
Danny Glover, James Early, Don Rojas, Romero Rodríguez, entre otros emitimos un
comunicado, por Telesur, exigiendo la inclusión a los afros e indígenas en las
discusiones de paz en La Habana. Fueron muchos los esfuerzos, por encima de las
diferencias de las comunidades afrocolombianas, su agenda es una agenda
autónoma, diferenciada de la demagogia y con criterios de defensa de su territorialidad
ancestral y el Derecho al Desarrollo con identidad, sustentable, no depredador
ni que se hipoteque su futuro como se intentó con el famoso Plan Pacifico que
endeudo al gobierno colombianos a través del Banco Interamericano de Desarrollo
por 50 millones de dólares los cuales se esfumaron.
¿Qué plantean los afrocolombianos?
El 2 de junio
de este año se abrió la audiencia en el marco del proceso de Paz allí
participaron las organizaciones afrocolombianas como Consejo Nacional de Paz
(CONPA), Coordinación Nacional de Organizaciones y Comunidades Afrodescendientes
-CONAFRO-, Asociación de Pequeños y Medianos Mineros del Chocó, Chao Racismo y
Poder Ciudadano.
Según el líder
Aiden Salgado, allí plantearon lo siguiente:
- · Institucionalizar en los proceso de paz un espacio de las comunidades afro para revisar esos acuerdos y sus beneficios para nuestra gente.
- · La paz se debe construir desde los espacios territoriales,
- · Que los acuerdos alcanzados no hagan retroceder lo que en estos 23 años de aprobada de ley se eche para atrás.
Al contrario,
se deben ampliar esos avances en las comunidades afrocolombianas,
raizales y palenqueras con el reglamento de la ley 70 de las comunidades negras
de 1993.
Con todo el
respeto a todas las organizaciones afrodescendientes de todo el continente, las
organizaciones afrocolombianas están dando un extraordinario ejemplo de lo que
en varios países, incluyendo Venezuela, no se ha querido discutir a
profundidad, que es la autonomía y una agenda propia de las comunidades
afrodescendientes.
Los
afrocolombianos armaron tremenda verraquera, como dicen por allá, para avanzar
en medio del dolor y al esperanza por la memoria de todos y todas las caídas
desde que Benkos Biho marcó el camino de la autodeterminación afrodescendiente.
Por Jesús
Chucho García
Diplomático,
Cimarrón y Líder afrovenezolano
Agencia de
Noticias Niara
fotos: Cortesía
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