Cartago.-
Dentro de los muchos
consejos impartidos por nuestras madres, el convertirnos en profesionales ocupa
el primer lugar en esa larga lista de recomendaciones con las que esperan
alivianarnos las cargas inherentes al vivir.
Como muchas situaciones de
vida, alcanzar un logro académico no viene con manual, así que aprendemos a
bailar al son del ensayo – error, triunfos y derrotas, que tienen lugar en
escenarios donde estamos totalmente solas en un mundo laboral en el que
sobrevive el más fuerte, incluso pasando por encima de sus colegas a riesgo de
perder el alma forjada bajo el fuego de los valores inculcados en el seno
familiar o creados en esa mismo proceso de formación individual.
En años anteriores, (en
muchos campos no ha variado demasiado) las profesionales vivían la soledad de ser
las únicas en una obra civil, en un bufete de abogados, en un quirófano o en el
espacio. Lo que era visto como una rareza, ahora es más común verlo, gracias las
competencias de quienes lo han logrado.
Las mujeres formadas
académicamente cada vez encuentran más colegas en espacios laborales donde
nunca imaginaron llegar por supuesto, a base de sacrificios, uno de ellos, la
soledad en las diferentes formas de las que hablaremos a continuación.
Soledad
física
Todo en la vida es una
decisión. En un país como Colombia donde la abundancia de desempleo es la
constante, ante una oportunidad laboral que amerite distancia física, la
encrucijada está en continuar unidos como familia, aceptar el empleo para
garantizar la estabilidad económica o sacrificar la relación dado que también
es importante el desarrollo profesional de uno de los dos.
Supongamos que la mujer
decide aceptar el empleo para desarrollarse profesionalmente. Además del reto,
tendrá que batirse en un duelo diario con la soledad que la lleva a crear
nuevos hábitos de vida.
Quienes hayan pasado o estén
pasando por esta situación, recordarán o estarán a punto de vivir momentos
llenos de contradicciones como poseer un plan ilimitado de minutos en tu
teléfono corporativo pero pocas personas a quien llamar.
Ver cada vez más y más
mujeres sentadas en restaurantes, absortas en su teléfono celular como
compañero de cena; trotando en los parques, dejando sus inseguridades o
fortaleciéndolas en un gimnasio para mantener más que el cuerpo, la mente en
forma para que no suba de peso al consumir las calorías de una soledad mal
administrada.
Soledad
romántica
De la mujer o mujeres que se
hace referencia, de igual forma sobreviven a ausencias, renuncias de algo tan
prioritario como el amor de pareja. Una consecuencia de su decisión, es que
cada vez son más las noches que se van a dormir abrazadas a un oso de peluche
como prueba de una presencia infantil y en contraposición, son menos las albas
que las sorprende amando, acto amoroso tan esquivo y lujoso que con ningún
sacrificio puede obtenerse.
Esta soledad es igualmente
alimentada por las leyendas urbanas que se tejen entorno a las mujeres
profesionales que han alcanzado el nivel que han planeado y es pensar que son
difíciles, complicadas, que no necesitan a nadie. Por tal razón, algunos
hombres huyen de ellas como si esto dependiera su vida, muchos a refugiarse en
mujeres que con todo respeto, no les significan algún tipo de reto o no amenazan
su masculinidad, que créanme con la mujer a que le temen, estaría mucho más
resguardada.
Estas féminas en ese aspecto
son igual a todas, anhelantes de recibir amor pero más de ofrendarlo. Regularmente
son mujeres que aman con intensidad gracias a que al haber perdido mucho o
todo, valoran la entrega y más que eso, el respeto a su individualidad.
La soledad, salvo que sea de
tipo social, es decir por ausencia de amistades, más que una cruz es una
oportunidad para el reencuentro con nuestra propia alma.
Es el momento de la
verdad, es dejar de huir de la mujer que vemos en el espejo, para verla en
todas sus dimensiones. La soledad física, romántica o emocional es similar a ser
un pájaro que no ha probado sus alas y se posa sobre el punto más alto de un
árbol y viendo a la cara al vacío, conocer el poder que habita en él, en esas
alas que lo llevarán por cielos desconocidos en los que aprenderá a mantenerse
avante.
Sobrevivir, lidiar, disfrutar
y hasta quejarse de las soledades de las mujeres profesionales de este era
contemporánea, hacen parte de esos retos que pulirán el diamante que cada una
de ellas guarda en su interior.
Ayda Luisa Córdoba Mosquera
Sala de Prensa
Agencia de Noticias
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