sábado, 2 de julio de 2016

Las soledades de una mujer profesional

Cartago.-

Dentro de los muchos consejos impartidos por nuestras madres, el convertirnos en profesionales ocupa el primer lugar en esa larga lista de recomendaciones con las que esperan alivianarnos las cargas inherentes al vivir.


Como muchas situaciones de vida, alcanzar un logro académico no viene con manual, así que aprendemos a bailar al son del ensayo – error, triunfos y derrotas, que tienen lugar en escenarios donde estamos totalmente solas en un mundo laboral en el que sobrevive el más fuerte, incluso pasando por encima de sus colegas a riesgo de perder el alma forjada bajo el fuego de los valores inculcados en el seno familiar o creados en esa mismo proceso de formación individual.

En años anteriores, (en muchos campos no ha variado demasiado) las profesionales vivían la soledad de ser las únicas en una obra civil, en un bufete de abogados, en un quirófano o en el espacio. Lo que era visto como una rareza, ahora es más común verlo, gracias las competencias de quienes lo han logrado.

Las mujeres formadas académicamente cada vez encuentran más colegas en espacios laborales donde nunca imaginaron llegar por supuesto, a base de sacrificios, uno de ellos, la soledad en las diferentes formas de las que hablaremos a continuación.

Soledad física

Todo en la vida es una decisión. En un país como Colombia donde la abundancia de desempleo es la constante, ante una oportunidad laboral que amerite distancia física, la encrucijada está en continuar unidos como familia, aceptar el empleo para garantizar la estabilidad económica o sacrificar la relación dado que también es importante el desarrollo profesional de uno de los dos.

Supongamos que la mujer decide aceptar el empleo para desarrollarse profesionalmente. Además del reto, tendrá que batirse en un duelo diario con la soledad que la lleva a crear nuevos hábitos de vida. 

Quienes hayan pasado o estén pasando por esta situación, recordarán o estarán a punto de vivir momentos llenos de contradicciones como poseer un plan ilimitado de minutos en tu teléfono corporativo pero pocas personas a quien llamar. 

Ver cada vez más y más mujeres sentadas en restaurantes, absortas en su teléfono celular como compañero de cena; trotando en los parques, dejando sus inseguridades o fortaleciéndolas en un gimnasio para mantener más que el cuerpo, la mente en forma para que no suba de peso al consumir las calorías de una soledad mal administrada.


Soledad romántica

De la mujer o mujeres que se hace referencia, de igual forma sobreviven a ausencias, renuncias de algo tan prioritario como el amor de pareja. Una consecuencia de su decisión, es que cada vez son más las noches que se van a dormir abrazadas a un oso de peluche como prueba de una presencia infantil y en contraposición, son menos las albas que las sorprende amando, acto amoroso tan esquivo y lujoso que con ningún sacrificio puede obtenerse.

Esta soledad es igualmente alimentada por las leyendas urbanas que se tejen entorno a las mujeres profesionales que han alcanzado el nivel que han planeado y es pensar que son difíciles, complicadas, que no necesitan a nadie. Por tal razón, algunos hombres huyen de ellas como si esto dependiera su vida, muchos a refugiarse en mujeres que con todo respeto, no les significan algún tipo de reto o no amenazan su masculinidad, que créanme con la mujer a que le temen, estaría mucho más resguardada.

Estas féminas en ese aspecto son igual a todas, anhelantes de recibir amor pero más de ofrendarlo. Regularmente son mujeres que aman con intensidad gracias a que al haber perdido mucho o todo, valoran la entrega y más que eso, el respeto a su individualidad.


La soledad, salvo que sea de tipo social, es decir por ausencia de amistades, más que una cruz es una oportunidad para el reencuentro con nuestra propia alma. 

Es el momento de la verdad, es dejar de huir de la mujer que vemos en el espejo, para verla en todas sus dimensiones. La soledad física, romántica o emocional es similar a ser un pájaro que no ha probado sus alas y se posa sobre el punto más alto de un árbol y viendo a la cara al vacío, conocer el poder que habita en él, en esas alas que lo llevarán por cielos desconocidos en los que aprenderá a mantenerse avante.

Sobrevivir, lidiar, disfrutar y hasta quejarse de las soledades de las mujeres profesionales de este era contemporánea, hacen parte de esos retos que pulirán el diamante que cada una de ellas guarda en su interior.


Ayda Luisa Córdoba Mosquera
Sala de Prensa
Agencia de Noticias

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