Cartago.-
“Conoceréis la verdad y os
hará libres”, es una frase lapidaria en una sociedad que construyó sus bases
sobre la historia de otros que quedaron invisibilizados.
Precisamente para recomponer
el orden alterado, es preciso acceder a ese conocimiento que no se recibió en
la educación formal. Por fortuna, libros como El Legado Robado, escrito por George
G. M. James, Phd de la Universidad de Arkansas,
buscan, “establecer mejores relaciones entre las razas en el mundo,
mediante la revelación de un derecho fundamental: la verdad relativa a la
contribución del continente africano a la civilización”.
El texto, hace revelaciones
nada fáciles de digerir si se tiene en cuenta que como refirió el docente y
líder afro, Américo Portocarrero, lo que somos es en parte lo que aprendimos en
la academia. Nunca es tarde para, con amplitud de mente, conocer que el
verdadero origen de la filosofía griega procede del norte de África, de lo que
se conoce como el Antiguo Kemet que significa “tierra de negros”, comúnmente llamados
egipcios.
Verdades
El origen de las doctrinas
individuales es muy dudoso, dado que en la historia de la filosofía griega, se
descubre una completa ausencia de la información básica sobre la vida temprana
y la formación de los llamados filósofos griegos, desde Tales a Aristóteles. Lo
único que se sabe es una información dudosa sobre las fechas de nacimiento; “el
mundo no deja de preguntarse quiénes eran y de qué fuente consiguieron su
educación temprana”, estos hombres que fueron elevados a la posición de un maestro.
Otro aspecto importante es
que la especulación que se cuece sobre los filósofos presocráticos; también de
Sócrates, Platón y Aristóteles, a quienes la historia los presenta de la edad
de dieciocho años y comienzan a enseñar a los cuarenta. Es decir, que hay un
período muy largo de su vida del que no se tiene noción, puesto que eran un
grupo de hombres personas no gratas para el Estado y eran en consecuencia,
perseguidos y expulsados a la clandestinidad.
Un tercer argumento, es que
la primera teoría de la salvación es la teoría egipcia. El
Sistema de Misterio egipcio tuvo como más importante objeto, “la deificación
del hombre, y enseñó que el alma del hombre si se libera de su grilletes
corporales, le permitiría llegar a ser un dios, ver los dioses en esta vida,
alcanzar el visión beatífica y mantener la comunión con los inmortales”.
Entre otros muchos aspectos,
el Sistema educaba sobre el cultivo de las diez virtudes como condición para la
felicidad eterna, las siete artes liberales destinadas a liberar el alma, la
gramática, la retórica y la lógica eran disciplinas de naturaleza moral por
medio de las cuales la tendencia irracional del ser humano era purgada, entrenándolo
para convertirse en un testigo viviente del Logos divino, mientras que la astronomía
trató el conocimiento y la distribución de las fuerzas latentes en el hombre y
el destino de los individuos.
Similitudes
entre los sistemas egipcio y griego
Varios filósofos, uno tras
otro, fueron acusados por el Gobierno de Atenas acusados de introducir
divinidades extrañas.
Sócrates ofendió al gobierno
de Atenas, porque persiguió el estudio de la astronomía y la geología. Pero el
estudio de la ciencia era una condición necesaria para la adhesión al Sistema de
Misterio egipcio, así que si los
filósofos griegos estudiaron las ciencias, estaban cumpliendo una condición
como miembro del mismo, que exige el
contacto directo con Egipto, sus escuelas o casas de campo fuera de su
territorio.
Como se puede inferir, el
cúmulo de información es abundante y requiere de varias entregas. Lo importante,
es entender que todo lo citado en el libro, ratifica la tradición de
resistencia africana desde el antiguo Kemet cuya expresión debe permear el
sistema educativo actual, para la construcción de una sociedad con valores culturales derivados de la inclusión y
diversidad.
Ayda Luisa Córdoba Mosquera
Agencia de Noticias Niara
Fotos: Cortesía
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